domingo, 2 de abril de 2017

LLEGÓ LA PRIMAVERA

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Hoy he visto una explosión de flores amarillas, flores silvestres, sencillas pero llenas de fulgor. Una extensión de color sublime, un canto a la vida. La belleza magnificada para nuestra vista. Los árboles ya visten su esplendor. Algunos han desplegado la sabia y su energía parece que fluye extendiéndose, ondeando alrededor nuestro. Otros, algo más perezosos, apenas han iniciado unas tímidas hojillas, aunque llenas de vigor. Pero si les pongo atención, puedo apreciar la energía que desprenden y puede llegar hacia mí. Los conflictos mundiales nos acechan para quitarnos la calma. Pero creo, que a pesar de nuestra impotencia por ese sufrimiento humano, no podemos dejar que nuestra mente controle nuestros días, esa mente pensante que nunca para y, nos trae tantas tribulaciones y que parece incontrolable.
Quintana, mi primer maestro me dio algunas claves para frenar esa avalancha de pensamientos que con frecuencia intenta atraparnos. Manuel Núñez, también nos adentra en una búsqueda continua de la naturaleza y sus misterios. Por último Ramón, mi maestro de yoga nos regala cada día herramientas para encontrar esa paz, energía y fuerza que nos hace crecer.
Miro por mi ventana, y veo los árboles pletóricos, ellos nos regalan oxigeno, están en paz, impasibles ante el estrés que nos rodea e impide a veces saborear las cosas que se muestran delante de nuestros ojos: los colores, perfumes naturales que nos regala la naturaleza. 
A mí, el rostro de un bebe me aporta todo lo bueno de la vida, la pureza de su mirada, la sonrisa que es un canto al amor. ese amor puro que llega limpio y sin reservas. Ellos me conectan con esa inmensidad que ni siquiera podemos vislumbrar, pero que está ahí, fuera y dentro de nosotros, formando parte de todos y cada uno.
La vida es maravillosa aunque en ocasiones dudemos de ello. Pero hasta en los peores momentos, tenemos a nuestro alcance las herramientas necesarias para poder avanzar, dejando atrás las tribulaciones que nos aprisionan. Porque todo es fugaz, lo bueno y lo malo. Todo va pasando igual que avanza el agua del río, siempre buscando la inmensidad del mar. De qué sirve entonces recrearnos demasiado en algo que pronto será lejano. Vivir el momento, nos dicen muchos que yo considero sabios es la mejor medicina. Saborear el sol en el rostro, la conversación con un amigo, la sonrisa de un niño. Beber, impregnarnos de ese momento, respirar muy profundamente hasta llenar nuestro cuerpo de energía, según dicen los maestros y yo he podido comprobar. Estar de verdad en el momento y sitio y no vivir de una manera virtual, siempre mirando al móvil dejando de ver el esplendor de cuanto nos rodea.
Desde las hondas, os envío mis mejores deseos.

María  

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